viernes, 2 de octubre de 2009

RINGO BONAVENA, UN GIGANTE CON ALMA DE NIÑO

La historia de muchos boxeadores se ha forjado en base a peleas legendarias, golpes inigualables o una continuidad sobre el ring que los ha convertido en mitos de este deporte. Pero también los hubo otros que se han convertido en héroes de la afición por su personalidad, su carisma y también su labia. Tal es el caso de Oscar “Ringo” Bonavena, uno de los más afamados y queridos boxeadores argentinos de todos los tiempos, que llegó a conseguir la idolatría del respetable sin siquiera haber logrado ser campeón del mundo.
Nacido en Buenos Aires, un 25 de septiembre de 1942, “Ringo” comenzaba a los pocos años de vida a iniciarse en el mundo del box en Parque Patricios, su barrio de toda la vida, con el cual sigue identificado y donde comenzó a proyectarse como una leyenda. Ya para 1959 se había coronado como campeón juvenil con su club de toda la vida, Huracán. Unos pocos años después ya se había ganado el cariño de todo el público aficionado al boxeo en Argentina gracias a su carisma incomparable y su estampa de tipo sencillo, de barrio. Pero también por su impactante figura y sus enormes capacidades pugilisticas.
Boxeador de peso pesado, la andadura de “Ringo” Bonavena en tierras norteamericanas resultó como el momento decisivo de su éxito en este deporte. Después de algunos combates con George Chuvalo o Joe Frazier, le llegó el turno de enfrentarse en 1970 al mismísimo Cassius Clay en el Madison Square Garden. En una pelea legendaria, Muhammad Alí terminó derrotando al púgil argentino en el round 15, luego de la tercera caída de Bonavena. Pero, al menos, se dio el gusto de tenerlo contra las cuerdas y hacerlo besar la lona al gran campeón en una ocasión. Luego su carrera entraría en declive, aunque llegó a combatir con Floyd Patterson en 1972, entre otros logros destacados.
Acaso la mejor definición de “Ringo” Bonavena sea la de un niño en el cuerpo de un gigante. Una persona con un humor siempre preparado para disparar una ocurrencia y tener una salida hilarante para cada pregunta, Oscar así siempre será recordado como uno de los boxeadores con mayor exposición pública de la Argentina y que, además, osó derribar al mismísimo Cassius Clay en pleno Madison Square Garden.
Lamentablemente, y como suele suceder con muchos otros boxeadores, su vida terminó de manera trágica. Fue asesinado a la salida de un burdel en Reno, Nevada, un 22 de mayo de 1976. Un disparo de Ross Brymer, el empleado de seguridad del Mustang Ranch, local nocturno en el que se encontraba “Ringo”, terminó con la vida de esta leyenda carismática y querida como pocas dentro de la escena pugilística argentina, siendo recordado además en el resto del mundo por sus andanzas. Así llegaba al final la vida de un hombre que no terminó de alcanzar el status de mito del box, pero sí es una figura de culto entre quienes lo conocen.